jueves, 14 de abril de 2011

Políticamente correcto

Estamos muy próximos a unas nuevas elecciones y este hecho me hace reflexionar sobre el proceder dialéctico de nuestros políticos. Etimológicamente la palabra “política” hace referencia al ordenamiento de la ciudad. Se trata de la actividad de gobernar en beneficio de la sociedad. Observemos con atención la definición anterior y preguntémonos si los políticos actuales practican o no dicha actividad. De todas formas, en esta entrada del blog no me referiré a las “virtudes” gubernamentales de los políticos de hoy sino a las carencias en sus intervenciones dialécticas. 
  
    Si tenéis tiempo y ganas, escuchad con atención algún discurso de la campaña electoral de cualquier político. Supongamos que nos están dando las claves mágicas para salir de la actual crisis económica.  Oiremos frases muy parecidas a las siguientes:
  • ·         Emplearemos medidas que incentivarán la inversión y fomentarán la creación de puestos de trabajo.
  • ·         Reactivaremos el consumo y facilitaremos la creación de nuevas empresas.
  • ·         Reduciremos el gasto público y adecuaremos el pago de impuestos al poder adquisitivo de los ciudadanos.
...

    Lo peor es que muchos de nosotros, al escuchar lo anterior, quedaremos convencidos de que el político de turno ha dado con las medidas adecuadas para solventar la crisis y además nos las ha explicado con todo detalle. Por supuesto que no nos percataremos de que hemos sido engañados de la misma forma que lo son muchos pobres ciudadanos en el metro de cualquier ciudad, por el típico trilero que incita a que se adivine debajo de qué vasito se encuentra el garbanzo. Frases como las anteriores, tan comunes en la boca de nuestros políticos, son absolutamente vacías de contenido. Leámoslas una vez más y observemos que no dan ni una sola medida para salir de la crisis. De hecho todas ellas podrían resumirse en una sola con el mismo mensaje: “La clave para salir de la crisis es hacer las cosas necesarias para salir de la crisis y además hacerlas bien”. 
    
    Imaginad un científico ante el reto de resolver un importante problema. Pongamos por ejemplo que está trabajando en la búsqueda de una cura contra el cáncer. Un buen día se anuncia una conferencia en la que nuestro científico presentará sus resultados. Se forma un gran revuelo. La sala está completamente abarrotada de público, pues se asegura que finalmente vamos a obtener las claves que nos permitirán vencer a la mayor de las enfermedades de nuestro tiempo. El científico toma la palabra para decir:

 “Las medidas preventivas y los hábitos saludables resultan cruciales para reducir las posibilidades de desarrollo de la enfermedad. En cualquier caso, si ésta se llegara a desarrollar, el diagnóstico a tiempo y la actuación adecuada para cada caso contribuirán a erradicar el mal. Posteriormente, una revisión periódica y en caso necesario una medicación procedente anularán la probabilidad de recaída

¿Qué opinaríais de ese científico? ¿Sería merecedor del premio Nobel por su hallazgo? Pues bajo mi punto de vista, una conferencia así habría sido tan llena de contenidos como el discurso del anterior político. Sí, ese que tanto aplaudimos en el mitin de la campaña y que nos había convencido con sus espectaculares y efectivas medidas para salir de la crisis.

    Cuando tratamos con un profesional de cualquier disciplina exigimos que haga correctamente su trabajo (como debe de ser). Si se trata de un médico, deberá diagnosticar nuestra enfermedad correctamente y recetarnos la medicina adecuada. Si es un ingeniero deberá construir carreteras y puentes seguros. Si es informático queremos que diseñe algoritmos y programas eficientes para la resolución de nuestro problema. Sin embargo si es un político... Si es político no somos tan exigentes. Bastará con que tenga una gran capacidad para hablar de cualquier tema durante mucho tiempo sin decir absolutamente nada. Su mérito es hacernos creer que está dando las pautas exactas y precisas para la resolución de todos nuestros problemas: buenos y rápidos diagnósticos médicos; carreteras y puentes enormemente seguros e incluso algoritmos eficientes que nos harán muy fácil la vida.